Me fascina ver cómo juegan al billar algunos críos. No tienen más de 8 años, pero leen partidas y ejecutan tiros como si tuvieran 25. Desde muy pequeños han crecido con este deporte y ahora el billar ya forma parte de sus cortas vidas. Han nacido para jugar al billar. Talento innato, formación y práctica los convierten en grandes billaristas en cuerpos aún pequeños. En el artículo de hoy he querido compartir con vosotros algunos vídeos de estos críos prodigiosos que ahora nos hacen babear y que algún día serán campeones del mundo.
Hablaré de cuatro niños, dos que dominan el Pool y dos que juegan increíblemente a Snooker. El primero de ellos es el neoyorquino Keith O'Dell Jr. Este joven billarista de Pool ahora tendrá ocho años pero cuando en 2012 sus padres colgaron su vídeo más famoso (acumula casi nueve millones de reproducciones) había cumplido tan sólo cinco primaveras. Toda su familia ha jugado al billar, así que él inevitablemente ha seguido el mismo camino. Ésta es su fantástica historia.
Si de Nueva York viajamos a Filipinas, tierra muy fértil para la práctica del Pool, ahí encontramos infinidad de jóvenes billaristas que intentan llegar a ser algún día como su gran ídolo, Efren Reyes. Uno de ellos es Kyle, que ahora tiene 13 años. Descalzo, limpia mesas de Bola 9 como churros. En poco tiempo será un Carlo Biado o un Jeff de Luna.
Teniendo en cuenta la técnica y la precisión que requiere el Snooker, ver a críos jugar de ensueño a esta modalidad de billar es aún más fascinante. Este niño asiático de 3 años apenas llega a la mesa con los soportes que ha instalado su padre, pero las mete igualmente. Con la derecha y con la izquierda. Si no pierde el ritmo y la rutina, ¿cómo jugará este chaval cuando tenga 16 años?
Westley Cooper es aún muy jovencito, pero ya puede decirle a todos sus amigos del cole que participa en el Snooker Legends y que ha jugado con el mismísimo Stephen Hendry. De nuevo estamos ante un talento innato, un prodigio del billar que en pocos años puede que disfrutemos en el circuito profesional.
Lo que más me fascina de estos billaristas es su bondad y su autenticidad. Simplemente juegan al billar. Y lo hacen con la suerte de no pensar aún en la fama, el dinero, la presión o la responsabilidad. Algún día les llegará todo eso, pero de momento crecen y disfrutan con el billar. Y nos hacen crecer y disfrutar a nosotros. Ojalá pudiera regresar unos años atrás para volver a ser el crío que jugaba al billar encima de una caja de cocacolas.
Escríbenos en los comentarios qué te parecen estos talentos precoces y con qué edad comenzaste a jugar.